Diario de Astiz: día 1

Tras los nervios de una noche de espera, subimos al autobús que nos llevaba a nuestro destino. Una pequeña localidad de no más de 30 habitantes de la sierra de Aralar. El viaje fue bien, algún mareo pasajero y alguna curva cerrada al final del trayecto. Sin darnos cuenta por fin llegábamos a Astiz.

Enseguida nos recibieron nuestras monitoras y nos enseñaron el albergue, donde nos íbamos a alojar; y la posada, donde nos darían de comer. Y a eso de las 11 y media nos pusimos a almorzar. Tras dar cuenta de los bocatas, tuvimos algo de tiempo libre. Alex y Mikel saltaban de alegría.

– ¡Tenemos balón, Jesús! – decía Mikel corriendo hacia el frontón a toda prisa.

Y llegó el tiempo de comer. No había mucha hambre pues los bocatas del almuerzo eran considerables. Macarrones, albóndigas y de postre, manzana.

La tarde se dedicó a dar un largo paseo por los alrededores de Astiz donde pudimos ver un lavadero antiguo, excavado en la roca, que sirvió muchos años a la gente de este pueblo. Paseamos entre castaños y avellanos, por sendas cuajadas de musgo que nos llevaron a descubrir osamentas de animales de los que cuervos y buitres habían dado buena cuenta. Allí mismo nos comimos la merienda, pan con chocolate riquísimo. Tras reponer fuerzas seguimos andando hasta un antiguo redil donde no hace mucho tiempo se guardaba el ganado a salvo de fieras y frio. La vuelta se nos hizo dura, la caminata fue larga.

Tras unos minutos de juego libre y por grupos en el albergue, llegó la hora de la cena: sopa de fideos, tortilla de patatas y yogur. Ahora estamos disfrutando de las historias alrededor del fuego y en breve iremos a dormir. Mañana continuaremos la historia.

Buenas noches, aquí os dejamos las fotos del día.

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